domingo, 31 de agosto de 2008

El amor de la ciguapa.

El amor de la ciguapa.

Las ciguapas son míticos y salvajes personajes femeninos que habitan las selvas de la Republica Dominicana según el folclore de esa región. Son mujeres bellas, misteriosas, de cabello muy largo, al que usan como vestidura que cubre su desnudo cuerpo, tienen los pies al revés por lo tanto es imposible seguir sus pasos. La única historia que he creído de estos personajes es la de un amigo de mis abuelos llamado Vicente el era de misiones como mis abuelos y me contó este extraño suceso. Vicente era aventurero y de carácter fuerte de joven, recorría Latinoamérica cada dos por tres, en busca de soledad o quien sabe que. En su último viaje introdujo en la selva de la Republica Dominicana varias semanas con todos sus instrumentos de supervivencia, no muy lejos de un pequeño pueblo donde podía encontrar alimentos y unos precarios almacenes si caminaba varios kilómetros. Una tarde, se dirigía en busca de provisiones a aquel pueblo que antes les nombre y sintió unos extraños ruidos detrás de un árbol. Cuido sus espaldas algo aterrorizado y siguió caminado. Esta escena se repitió varios días…Hasta que una noche mientras miraba la luna y jugaba con su linterna. Alumbraba a las direcciones que se le cantaban de la selva , y descubrió en la rojiza tierra dominicana unas pisadas pequeñas. Por su deducción eran femeninas, pero las pisadas conducían a el, así que el terror volvió a sacudirlo y pensó en la conocida leyenda de las ciguapas Fue contra la dirección de las pisadas, si era una de ellas, allí estaría. Vicente temblaba (inclusive cuando me lo relataba le temblaban los labios como si reviviera a esa selva), y de las cercanías a un arroyo pudo alumbrar con su linterna, unas caderas hermosas y desnudas enviadas por algún rey del fuego, (según la poesía de Vicente al relatarme), un cabello largo y cobrizo que cubría su desnudez, y unos brazos largos enviados por algún dios del aire. Finalmente miro sus pies…Si, era una ciguapa no había duda sus pies estaban al revés. Vicente quiso alumbrarle el rostro pero la ciguapa se cubrió su cara con una planta y luego de un salto rápido se lanzo sobre el. Vicente creyó que iba a matarlo cuando ella lo abrazo y comenzó a acariciarlo y a besarlo. Aun no veía el rostro de la extraña criatura pero se vio embobado por semejante pasión y belleza… Ya se imaginan lo que ocurrió en plena noche de luna cuarto creciente de la selva dominicana con estos dos cuerpos en encuentro…Lo cierto es que la ciguapa le comunico que el no podía mirarle el rostro que eso lo lastimaría. La ciguapa se hizo una especie de mascara con hojas de colores para cubrirse. Vicente y la ciguapa estuvieron días enredados en una hermosa pasión, se sentían cada vez mas atraídos. Pero Vicente no podía dejar de sentirse tentado por descubrir el rostro de esa mujer, ver los ojos de quien estaba amando. Una noche ella dormía y Vicente quito la mascara de su rostro…Vio la cara mas hermosa que jamás había visto con una piel increíblemente suave, la ciguapa abrió los ojos, ojos verdes, hipnóticos, como llenos de mar, que ahora estaba turbulento por la ira de sentirse traicionada. Lo empujo y comenzó a gritar con unos sonidos horrorosos y ensordecedores, que retumbaron en la cabeza de Vicente causándole un dolor profundo. La ciguapa corrió hacia un arroyo que se hallaba como una olla profunda, en plena selva, lo miro a los ojos con la pena y el llanto mas profundo que vio en su vida y se lanzo contra una roca que estaba en el centro de dicho arroyo desde las alturas en las que se hallaban. Vicente que había perseguido a la ciguapa intentando detenerla lanzo un profundo grito, un grito según el, irrepetible. A los pocos días del suicidio de la mágica mujer de cabellos color tierra, Vicente se hallaba en Misiones solo y silencioso. A la siguiente noche de cuarto creciente perdió la visión. Los únicos ojos que recuerda son los de la ciguapa, luego comprendió que ella lo amaba contra su costumbre de ciguapa, de tomar a los hombres y más tarde matarlos y que no descubrir su rostro y sobre todo sus ojos… Era preservarlo.

Victoria Chaya Miranda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario