domingo, 31 de agosto de 2008

Una carta màs...

A MI MADRE.

A la mujer que cambio decenas de veces de vestido y de rostro, a los ojos verdes y profundos de la fortaleza, a aquella luchadora por naturaleza, a la mujer que se sacudió el miedo y avanzo. A la mujer que es feliz al bailar… A la que intenta ser ante todo, a la que me pide respeto. La que exige verdad, la que no le teme a la muerte, la que convive con sus pesadillas y sabe saludarlas, también despedirlas. A los pasos rápidos y fuertes de sus tacos altos, al irse y al regresar. A sus llantos. A la gran artista, a la gran creativa, a la mujer profunda e inteligente. A la científica que me contó que había otra percepción. A la energía acelerada de sus malos entendidos. A la mujer que muchas veces no supe entender, a la mujer que no conocí, y que cada día voy conociendo… A este ser… A esta mujer, bella y fuerte. De corazón, húmedo, vivo y sensible le deseo que se pueda sacar la mochila del pasado, que con ella haga una hoguera y dance su compás del tambor del corazón…


Victoria Chaya Miranda

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